El oficio del editor literario hace posibles numerosas bondades, tales como perpetuar la excelencia de las lenguas o ayudar a los escritores a pulir el diamante en bruto que muchas obras son antes de ser publicadas.
De la misma manera, es responsable de no pocas vilezas. Una de ellas -si se debe considerar como tal- es la de tomar las obras completas de un autor para moldear, según criterios tan arbitrarios como los de uno mismo, una obra propia. Y como todo Pigmalión, el antólogo corre el riesgo de enamorarse de su creación; olvida que, de hecho, nunca ha sido tal cosa: no es suya, sino del autor que da nombre a la antología.
La Tigra y otros relatos brutales es una creación de Libros de la Ballena; pero pertenece a José de la Cuadra. Suya es “La Tigra” y suyos son los otros siete relatos brutales.
Nosotros los editores, asumiendo el papel de intrépidos aventureros, y, armados de algo tan peligroso como el criterio personal, nos internamos en la narrativa del autor ecuatoriano en busca de nuestra propia experiencia. A cada momento la expedición se detiene para analizar la fauna que habita esta jungla indómita, diminutos bichitos de color negro que se aparean para formar organismos más complejos, aferrados a las hojas -la vegetación es blanca y planiforme- que crecen por todas partes. En ocasiones, parece que no hay avance; la naturaleza de una narrativa personal, tan salvaje como la de José de la Cuadra, no permite la agilidad de movimientos que se puede dar en las llanuras de escritores ordinarios. No es fácil, y por eso resulta tan atractiva. No es hermosa en un sentido convencional; tampoco horrible: es sublime.
Finalmente, habiendo anotado en nuestros diarios las especies de frases más interesantes -o párrafos de extraordinaria biología- regresamos al laboratorio. Estamos, ahora sí, preparados para encerrarnos en el estudio y completar nuestras investigaciones. Escogemos ocho ejemplos característicos, ocho relatos con un ADN común, y ofrecemos al lector nuestra propia interpretación de José de la Cuadra, la fuerza creadora que los ha hecho posible.
La Tigra y otros relatos brutales ofrece al lector dicha interpretación. Es posible que no sea acertada, o tal vez encuentre numerosos adeptos. En cualquier caso, los editores esperamos que anime a la reflexión y, por qué no, suponga una lectura agradable. Que sea, fundamentalmente, una aventura memorable.